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Síndrome antisintetasa
Definición de la enfermedad
Es una miopatía inflamatoria idiopática (MII) poco frecuente caracterizada principalmente por miositis, artritis típicamente simétrica y enfermedad pulmonar intersticial (EPI) asociada a autoanticuerpos séricos anti-aminoacil-ARNt sintetasas (anti-ARS). Otros hallazgos variables son artralgia, fenómeno de Raynaud, erupción heliotrópica, dismotilidad esofágica distal y ''manos de mecánico''.
Resumen
Epidemiología
Aproximadamente una cuarta parte de todos los pacientes con MII puede presentar el síndrome antisintetasa (SAS), lo que supondría una prevalencia estimada de 1/25.000-33.000 en todo el mundo. El trastorno afecta a las mujeres con el doble de frecuencia que a los varones.
Descripción clínica
La edad de inicio es muy variable, con una media de 50 años (rango 19 a 82). La EPI es uno de los hallazgos clínicos característicos. Los síntomas respiratorios (dificultad para respirar, tos) y la disfagia se encuentran en el 40-60% de los pacientes al inicio de la enfermedad. La insuficiencia respiratoria puede ser aguda o desarrollarse gradualmente. Algunos afectados desarrollan miositis clínicamente manifiesta mientras que otros presentan cuadros con escasa afectación muscular. Al inicio, el 20-70% de los pacientes presenta debilidad de los músculos proximales y axiales, y muchos padecen mialgia y rigidez muscular, similares a las presentaciones más leves de PM/DM. Las otras características clínicas principales son fiebre, pérdida de apetito y de peso, artritis generalmente simétrica, artralgia, tenosinovitis, fenómeno de Raynaud, erupción heliotrópica, alteración de la motilidad esofágica distal con disfagia y ''manos de mecánico'' (engrosamiento, fisuración y descamación de las caras lateral y distal de las manos). Otras manifestaciones raramente reportadas incluyen los signos del chal y de la V (eritema en la espalda y los hombros o sobre la parte anterior del cuello y el tórax en ''V'') y eritema periungueal. La hipertensión arterial pulmonar (HAP, consulte este término) se ha descrito como una complicación grave en algunos pacientes. La incidencia de tumores malignos parece ser bastante baja.
Etiología
La fisiopatología exacta de la enfermedad es desconocida. En la actualidad se cree que la enfermedad comienza en los pulmones, desencadenada por factores ambientales (exposición al tabaco, contaminantes transportados por el aire) e infecciones, y está favorecida por predisposición genética. El daño tisular inespecífico activa el sistema inmunológico innato, liberando neoantígenos inmunogénicos. Esto, a su vez, induce la activación del sistema inmunológico adaptativo, produciendo anticuerpos anti-ARS y propagando la respuesta inmunitaria a los tejidos diana (músculos, articulaciones, piel).
Métodos diagnósticos
El diagnóstico se basa en las características clínicas y se confirma por pruebas serológicas positivas para la presencia de anticuerpos anti-ARS (anti-Jo-1, anti-PL-12, anti-PL-7, anti-OJ, anti-KS, anti-YRS, anti-Zo). La EPI se diagnostica mediante tomografía pulmonar computarizada de alta resolución (TCAR). Los patrones más frecuentes son la neumonía intersticial inespecífica (70% de los pacientes) y la neumonía organizada (20% de los pacientes). Los niveles de creatinquinasa (CK) suelen estar significativamente elevados. La ausencia de miositis o de EPI no excluye el diagnóstico del SAS. El diagnóstico se considera probable en pacientes con EPI y/o miopatía inflamatoria en presencia de anti-ARS. Los hallazgos de la biopsia muscular incluyen necrosis y miofibras regenerativas, depósitos de C5b-9 en el sarcolema de miofibras no necróticas y sobreexpresión de MHC de clase I del sarcolema con infiltrados de células inflamatorias. Dichas características se localizan principalmente en el área perifascicular.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial incluye otras miopatías inflamatorias y la EPI aislada idiopática, como la neumonía intersticial usual. La afectación articular también puede simular o incluso ser solapante con la artritis reumatoide.
Manejo y tratamiento
Si bien no existe un consenso sobre los regímenes de tratamiento, los corticoides orales (prednisona) y los agentes inmunosupresores son la base del mismo. La presencia y la gravedad de la EPI es un punto clave a tener en cuenta. Dependiendo de la presentación y la gravedad, los regímenes de tratamiento farmacológico pueden incluir azatioprina, metotrexato, ciclofosfamida, ciclosporina, tacrolimus, micofenolato de mofetilo, inmunoglobulinas polivalentes o rituximab. Los síntomas dermatológicos se tratan eficazmente con hidroxicloroquina. Por lo general, la EPI responde al tratamiento inmunosupresor. El ejercicio está recomendado para mejorar la fuerza muscular. La respuesta al tratamiento debe evaluarse clínicamente en función de la fuerza muscular y de los niveles de CK. Las pruebas de función pulmonar y la TCAR son importantes para el seguimiento de la EPI.
Pronóstico
La enfermedad es crónica y requiere un tratamiento a largo plazo. El pronóstico es incierto en los casos graves, aunque se puede lograr una estabilización o mejora. La progresión de la EPI es el principal factor pronóstico (empeorando en el 20% de los casos a pesar del tratamiento) y siendo más frecuente en pacientes con anticuerpos distintos de anti-JO-1.
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