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Fiebre hemorrágica de Marburg
Definición de la enfermedad
La fiebre hemorrágica de Marburgo (MHF), causada por el virus de Marburgo, es una grave enfermedad hemorrágica vírica caracterizada por fiebre inicial y malestar seguidos de síntomas gastrointestinales, sangrado, shock y fallo multiorgánico.
ORPHA:99826
Nivel de clasificación: Trastorno- Sinónimos:
- Enfermedad del mono verde
- Enfermedad por el virus de Marburg
- MHF
- Prevalencia: <1 / 1 000 000
- Herencia: -
- Edad de inicio o aparición: Cualquier edad
- CIE-10: A98.3
- OMIM: -
- UMLS: C0024788
- MeSH: -
- GARD: 9444
- MedDRA: 10026822
Resumen
Epidemiología
La MHF es endémica de África Central y se manifiesta normalmente en pequeños brotes esporádicos (<50 casos), aunque en Angola se produjo un gran brote nosocomial (>250) en 2004-2005. Se han descrito menos de 500 casos hasta la fecha.
Descripción clínica
Tras un periodo de incubación de alrededor de 8 días (rango de 3-21 días), los pacientes suelen presentar de forma repentina signos y síntomas no específicos que incluyen fiebre, malestar, dolor de cabeza, dolor en el pecho y mialgia/artralgia, seguidos rápidamente de manifestaciones gastrointestinales (vómitos, diarrea, dolor abdominal) y, en algunos casos, una erupción cutánea maculopapular. Los casos graves desarrollan sangrado (hemorragia subconjuntival, epistaxis, sangrado por la boca o recto, exudación de sitios de venopunción), afectación neurológica (desorientación, convulsiones, coma), shock y fallo multiorgánico. A menudo se presenta leucopenia de leve a moderada y trombocitopenia y normalmente se desarrolla coagulación intravascular diseminada (CID), mejor evidenciada por la presencia de dímero-D.
Etiología
Las fiebres hemorrágicas víricas están causadas por más de 25 virus diferentes. El virus de Marburgo es miembro de la familia Filoviridae, junto con el virus del Ébola. Se han identificado numerosas cepas, supuestamente con diferentes grados de letalidad. Las pruebas señalan a los murciélagos de la fruta como reservorios del virus de Marburgo, con infecciones primarias en humanos presumiblemente resultantes del contacto involuntario con excrementos o saliva del murciélago. Entrar en cuevas y minas donde los murciélagos de la fruta anidan es un factor de riesgo. La infección también se ha producido con poca frecuencia a través del contacto con tejidos de monos salvajes, presumiblemente también infectados a través de la exposición a murciélagos. La trasmisión humano-humano se produce por contacto directo con sangre o fluidos corporales de personas infectadas.
Métodos diagnósticos
Las modalidades de diagnóstico más comunes incluyen el cultivo celular (restringido a laboratorios de bioseguridad nivel 4), test serológicos como el ensayo de inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) o la determinación de anticuerpos por inmunofluorescencia directa (IFA) y reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa reversa (RT-PCR). Debido a que no hay ensayos comerciales disponibles actualmente, estos test se realizan normalmente sólo en unos pocos laboratorios especializados.
Diagnóstico diferencial
La MHF es difícil de diferenciar de otras enfermedades febriles, al menos al inicio del curso de la enfermedad. Debe excluirse otras fiebres hemorrágicas víricas, especialmente la fiebre hemorrágica del Ébola, así como la malaria, fiebre tifoidea, leptospirosis, las infecciones por rickettsias (consulte estos términos), la disentería bacteriana y la meningococemia.
Manejo y tratamiento
Los pacientes deben ser aislados y deben utilizarse las mismas precauciones que en el resto de fiebres hemorrágicas víricas (protectores faciales, mascarillas quirúrgicas, guantes dobles, batas quirúrgicas y delantales) para prevenir la transmisión nosocomial. Ya que no hay un medicamento antiviral disponible para la MHF, el tratamiento es de soporte, siguiendo las directrices para el tratamiento de la septicemia grave. Las personas que han tenido contacto sin protección con un paciente con MHF deberán ser monitorizadas.
Pronóstico
La tasa de letalidad es normalmente de más del 80%, aunque fue de sólo el 22% en un brote en Europa asociado con la importación de monos afectados. El pronóstico es desfavorable si se dan: shock, sangrado, manifestaciones neurológicas, viremia elevada, aumento en los niveles de aspartato aminotransferasa (AST > 150 IU/L) y embarazo. La convalecencia puede durar hasta un año pero los supervivientes no suelen padecer secuelas duraderas.
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